NO ESTAMOS LOCOS, SABEMOS LO QUE QUEREMOS...

En dos semanas sin dar casi señales de vida por aquí, me ha dado tiempo de comprometerme con el Chueco, de casarme, de dar a luz, de enseñar a La Niña a caminar y a hablar… ¡¡Si ya hasta va al colegio!! En nada, se estará poniendo sus primeros tacones…

MiniGirl está seriamente preocupada porque hablo en primera persona cuando le cuento las andanzas de la familia Integral, formada por Petarda Integral, Chueco I. y La Niña I. (la rubia delante para que no se espante). Chueco y Petarda han pasado ya mucho juntos: él se empeña en buscarse amantes y ella siempre le pilla, ha decidido que de profesión quiere ser Gandul profesional y le han ascendido hace poco a deejay. Ella tiene como aspiración en la vida “ser popular”, tiene una amante muy mona y ha parido a La Niña, que por cierto nos ha salido guapísima (¿ven? Ya lo he vuelto a hacer, ya estoy con la primera persona).

No sólo me he dedicado a jugar a Los Sims… he tenido tiempo de hacer algunas cosas más… Misa de Space, cenas varias, copas por aquí y por allá, huéspedes de Chicago en el Hostal… Hasta he podido tachar de mi lista uno de mis “yo nunca he…”. Yo nunca había dejado un plato intacto después del primer bocado en un restaurante. No sabía de qué era aquella salsa marrón… y cuando la probé, era pollo con salsa de chocolate!! Me encantó Como agua para chocolate, pero no era como para tomárselo a pecho… Me fui de allí con hambre y una media tajada de margaritas.

También he tenido tiempo para encerrarme en casa. En 4 años no había estado de vacaciones un par de días en Madrid y sin salir de casa. Hice puente y me negué a salir de casa de lunes a miércoles. ¡Qué relax, qué delicia! Tenía ataques momentáneos de responsabilidad que me motivaban para ir hacer esos recados que nunca puedes hacer porque estás en la oficina, de ordenar algún armario, pero yo… pasando… “Sal de mente rubia, pensamiento maligno” y seguía tirada en el sofá aún blanco. He mantenido la relación más larga (y seguida) de mi vida con una mantita de sofá y con el mando del deuvedén (y con el ratón del mi portátil jugando a ser Dior con la familia Integral, vale, lo reconozco) sin contar, claro, a cuando he estado enferma, pero esas no cuentan igual.

Desde el sábado, estoy solita en el Hostal. El Chueco (el de verdad) ha dejado el Hostal para mudarse unos días a un hotel de Londres… pero, tranquilos, yo lo controlo desde Los Sims (y lo vigilo…)…