En "Martín (Hache)", una de mis pelis favoritas, antes de empezar una conversación entre exmujer y exmarido, ella se asoma desde la cocina y le dice a sus hijos: "Y no me vengan a joder". Así escrito queda muy borde, pero con el acento argentino queda más o menos como cuando los canarios soltamos un "cállense, coño", es de cariño...
Esa frase me viene muchas veces a la cabeza. Cuando alguien viene a contarte sus paranoias en medio de una pista de baile y ni le oyes, ni le entiendes, ni sabes muy bien qué has hecho tú para merecer que alguien te grite al oído algo que no necesitas saber; mientras te estás echando unas risas (sea por fruto del pedo, de la euforia o de la sublimación de la amistad) y aparece alguien con ganas de contar con tono maligno la putada que le han hecho a alguien como si fuera algo divertido; o mientras estás hablando de cosas agradables y divertidas, y aparecen Leoncio y Tristón en versión humana para amargarte la tarde/noche/amanecida con diarreas mentales for Dummies.
Como diría Snows, "yo, de mis amigos, espero evasión". Chapas, no gracias!
Últimamente me dan pereza las chapas más que nunca... Y no me refiero a las chapas de las que hablaba Troy el otro día ni a los chaperos (lo hagan para vivir o para comprase el móvil de Prada), me refiero a que me den la chapa. Ya hice un post años ha sobre los chupópteros...
Tanta tristeza, tanto culebrón, tanto "¿Por qué me tiene q pasar esto a mí?", "¿por qué no me has llamado, con la falta que me has hecho?" "No sabes lo mal que lo estoy pasando"... Una cosa es ser egocéntrico y otra cosa que mi mundo tenga girar entorno al tuyo (el mío gira entorno a mí y a mi Gaucho, ¿qué pasa?)
No es lo que nos pasa... es el tiempo que perdemos en regocijarnos, no crees?
Porque... en 2007 CHACUN SA MERDE! (o como diría Fash Daddy, "que cada perro se lama su...)